“Nuestra vida es una noria de emociones, podemos sentir la euforia en lo más alto de ella, creyéndonos capaces de comernos el mundo y en cuestión de un instante, caer, sintiéndonos abatidos y desanimados”.
¡Hola de nuevo!
Después de una semana de lluvia, hoy ha vuelto a salir el sol y a mí me viene perfecto para introduciros el tema de hoy: los altibajos emocionales. Cuántas veces habré dicho en voz alta: “¡Hoy me he despertado como el día, nublada!”, y cuántas otras me habré sentido radiante como un día soleado. Y es que así eran mis días, como el clima o como digo yo, una noria de emociones.
Y, ¿Qué me hacía estar arriba de esta noria, sintiéndome eufórica, alegre, capaz de todo y de repente caer y hundirme en la desidia, el desánimo y la desesperación? La respuesta es una palabra: insatisfacción. Muchas veces no somos conscientes del motivo que nos desajusta emocionalmente, simplemente, nos dejamos llevar. ¿Tengo un día malo? ¡Lloro, grito, me enfado con él! ¿Tengo un día bueno? ¡Canto, bailo, río con él! Yo me adaptaba a mi propia inestabilidad como seguramente habéis estado haciendo vosotros.
“¡Esto se va a acabar!” es lo que dije un día harta de sentirme una marioneta, harta de que mis estados de ánimo influyesen en mi día a día, cansada de ello decidí encontrar la forma de manejar mis emociones para convertirlas en algo positivo. Que nadie piense: “¿Y ahora no tienes días malos?”. Los tengo, claro que sí, pero aprendí a controlarlos. Los días que por algún motivo en concreto me siento triste o desanimada, intento silenciar la mente, dejar que el día pase o no sentirme catastrófica. Este tipo de días también son necesarios para detenernos, descansar, recuperar aire y al día siguiente, levantarnos más valientes todavía. La diferencia es que ahora sé por qué me siento así, conozco los motivos: un miedo, una duda, alguna circunstancia que esté viviendo una persona cercana, etc.
Todos vivimos y gestionamos de forma diferente nuestros sentimientos y emociones, pero la forma en cómo lo hacemos es la que determina nuestro malestar o bienestar. Yo, sin dudarlo elegí bienestar para afrontar la vida no solo con optimismo y positivismo, sino con equilibrio, porque el control de las emociones permite transformar el miedo, insatisfacción, ansiedad, desilusión y angustia en aceptación, aprendizaje, actitud, iniciativa y vitalidad.
Pues hasta aquí, la entrada de hoy. El jueves próximo os hablaré de las 5 claves para encontrar el equilibrio emocional, aprenderemos a cómo identificar nuestras emociones, cuáles son las que más persisten en nuestro día a día y por qué, todo ello para comenzar a potenciar la actitud positiva.
¡¡Espero que os mantengáis en la parte alta de la noria este fin de semana!!
Forjadora d’hores