Como Antonia Peláez, empecé tarde a despojarme de mis miedos, de mis complejos y mis temores. Empecé tarde a escucharme y también a creer en mí, pero el día que la ilusión y las fuerzas flaquearon de verdad y me hallé viviendo una vida que me ahogaba, me di cuenta que no era tarde para coger mi realidad vacía y llenarla con mis sueños.
Y así nació ‘Forjadora d’hores’.
Renuncié a un buen empleo para ilustrar porque, aunque no estudié Bellas Artes, sí estudié Comunicación y descubrí que a través de mis ilustraciones podía comunicar incluso más que con mi palabras.
Pintar ha sanado por completo muchas de mis heridas y me ha permitido reencontrarme conmigo misma